martes, 15 de marzo de 2016

Toni Catany, poeta de la fotografía por José Ángel Montañés




Pocas veces una exposición póstuma puede contar con el visto bueno del autor. La que abre sus puertas en La Pedrera hoy que muestra las fotografías de Tony Catany (Lluchmajor, 1942 - Barcelona, 2013) sí. Durante los últimos años de su vida, Catany seleccionó de entre sus 90.000 negativos y casi 4.000 copias en papel, las que él consideraba dignas para representar su trabajo y, por así decirlo, de sobrevivirle. Con ellas se editaron una veintena de libros de los cuales se editaron uno, dos o, como máximo, tres ejemplares; una especie de catálogo razonado que han utilizado los comisarios Antoni Garau y Alain D’Hooghe para seleccionar las 160 fotografías, un 70% inéditas, para Toni Catany, de ida y vuelta, la primera gran muestra del fotógrafo tras su fallecimiento hace dos años. A juicio de los comisarios, la revisión que proponen de la obra de Catany, permite sumar a los tradicionales calificativos de su obra de clásica, tradicional, neopictorialista, incluso nostálgica, los de audaz y moderna. “En todo caso, temas clásicos de la historia del arte, fotografiados con una sensibilidad y estética muy personales”, asegura Garau, mientras D’Hooghe aclara que “entre las imágenes inéditas no se han incluido ninguna que él no hubiera aprobado”.
La muestra, pese a tener un carácter antológico, no es una retrospectiva definitiva. “Es todavía pronto, porque hay que revalorizar muchas partes del conjunto y muchos proyectos esperan ser realidad”, explica Garau, amigo del fotógrafo desde 1982, que describió ayer la muestra como un “viaje de ida y vuelta, de Llucmajor a Barcelona, donde descubrió el Mediterráneo, y de ahí al Caribe, al sudeste asiático”.

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